Ya hemos hablado sobre el paradigma del movimiento que viene promulgando la Confederación Mundial de Fisioterapia desde hace unos años. Como fisioterapeutas prescribimos movimiento como parte fundamental de nuestro tratamiento. O eso quiero pensar a estas alturas…

Pero, ¿nuestros pacientes quieren recuperarse? ¿Desean hacer el ejercicio que le prescribimos? Debemos ayudarles a comprender el movimiento y todo el beneficio que éste implica en su salud pero, antes que nada, debemos escuchar y comprender lo que pueden o no pueden hacer, los mensajes que nos intentan lanzar por medio de sus palabras. Hablemos.

El dolor, el dolor es el principal motivo por el que acuden a consulta. Unos con menos tiempo de evolución, otros con más tiempo de evolución. Hablemos de esto, ¿hay rigidez en el tejido? ¿Existe una fuente nociceptiva clara en el problema? Pensemos en esto. Después, hablemos, movilicemos, demostremos que hemos podido cambiar algo. En esos momentos, somos el principal mensaje de seguridad o peligro que puede viajar a través de su sistema nervioso. Si a priori no hay cambios durante nuestra revaloración, tengamos calma, trasmitamos calma en nuestro lenguaje. Demos seguridad al paciente explicando otras posibles fuentes implicadas en el problema para intentar buscar el camino hacia la recuperación. Tengamos muy en cuenta la evolución natural de cada proceso. Hablemos de todo esto con nuestro paciente.

Todo fisioterapeuta debería ser consciente de lo importante que puede llegar a ser introducir con seguridad el movimiento en la vida del paciente, su función y su contexto porque se ha demostrado ampliamente que el movimiento, o el ejercicio físico en sí, tiene un efecto potencial de afrontamiento y reorganización de las actitudes, creencias y conductas asociadas al dolor (sobre todo el de larga duración). Como bien dice el Dr. Roy La Touche “la principal alteración de un paciente con dolor es el movimiento”. El dolor existe para protegernos y mantener nuestra seguridad. Los que comprendemos esto lo consideramos como un regalo de la naturaleza porque entendemos que nos ayuda a protegernos de un daño pero tengamos en cuenta que esto es muy difícil de comprender cuando el dolor es persistente y desagradable. Incluso así podemos sufrir dolor porque nuestro cerebro ha decidido que estamos en peligro. Con o sin nocicepción, el movimiento puede significar un mensaje de peligro en un cerebro perturbado por el dolor. El miedo, una respuesta conductual asociada a todo esto.

“Peligro vs seguridad”, “evitación vs afrontamiento”, “dolor vs no dolor”. Realmente, todo es mucho más sencillo aunque la biología humana sea muy compleja. Hagámoslo fácil para los pacientes. Intentemos detectar todas estas señales de peligro en nuestros pacientes y ayudemos a buscar la seguridad, el afrontamiento y la percepción saludable y biológica del dolor. El paciente debe tomar el control de cada situación, eliminar sus señales de peligro para afrontar con seguridad y auto eficacia su problema. El movimiento y nuestra comunicación son nuestras grandes herramientas para esto. Pensemos en los “estímulos” que trasmitimos a nuestros pacientes para facilitar el proceso de recuperación. La especificidad no es exclusiva de una técnica de Terapia Manual o de un Ejercicio Terapéutico. La especificidad también viaja a través de nuestras palabras, nuestra expresión no verbal, nuestra seguridad. Reflexionemos sobre la especificidad en lo que hacemos, en base a qué lo hacemos y sobre la experiencia de nuestro paciente. Consideremos la gran capacidad de adaptación que tiene la biología humana ante situaciones adversas (lesión o enfermedad) y la fortaleza que puede llegar a adquirir con una dosis adecuada de movimiento. ¿Sigue motivado nuestro paciente en su recuperación? ¿Qué podemos hacer para mejorar esto?

Continuará…

Jesús Rubio

Fisioterapeuta

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