Pese a las dificultades en las que me he visto sumergido durante estos últimos meses, mi pesar de conciencia me ha obligado a continuar escribiendo en este blog. Le debo mucho a la Fisioterapia y así me sigo sintiendo y, por ello, me aventuré en el inicio de mi actividad en el blog. Con mucho ánimo de expresar mis inquietudes, de compartir información de calidad (bajo mi criterio) y de, por supuesto, ir aprendiendo de mis errores para conseguir una evolución en constante movimiento.
Antes de nada y de todo, dar las gracias a mi amigo Francisco Monteagudo (@PakoMonteagudo) ya que fue la única persona que me avisó de que este blog había cumplido un año. Fue un golpe directo en mi conciencia (para bien) que me hizo reflexionar sobre todo lo que me había aportado y recompensado escribir en este blog. Escribir un blog ha sido, sin duda, un antes y un después en mi vida. Me ha brindado la oportunidad de conocer (y de que me conozcan) muchos buenos amigos de toda España e incluso del extranjero. Contrastar opiniones y colaborar con muchos fisioterapeutas referentes, aprender de ellos, reflexionar sobre muchos temas de interés y estudiar en profundidad el terreno para evaluar posibles vías de evolución en mi profesión. Valorar, intervenir, revalorar…también es necesario para objetivar cómo está el patio dentro de tu profesión. La verdad es que el patio está algo turbio pero estoy convencido de que lo que veo tiene, en mi opinión, un camino que invita al cambio…a pesar de que existan muchos fisioterapeutas anidados en su propia zona de confort (a los que ya no les importa nada ese cambio porque tienen la hucha llena). Me apasiona este hecho, salir de esta zona de confort, enfrentarte a lo que hay fuera. Evolucionar (que conste que no soy ningún salvador…me gusta escribir así, ¡¡qué cojones!!). El futuro será lo que sea el presente y, este presente, tiene una clara tendencia de cambio por todo lo que viene detrás.
Si alguien ha leido la presentación de este blog habrá podido comprobar que en sus inicios se apostó firmemente por la marca Fisioterapia. Después de un año cada vez estoy más convencido de la necesidad de que los fisioterapeutas tomen conciencia de ello (y no me refiero a los que ya lo han hecho) y, en mayor medida, creer en ello. Existe mucha formación de post-grado en «fisioterapia» que no nos va a hacer mejores fisioterapeutas por ello. Se acabó el colgar en la pared de nuestras consultas diplomas como volador de cachirulo invertido, manipulador de carnes carnudas, banderillero profesional acreditado o masterizado en recogida de la uva…(no se me ocurría ninguna chorrada más, lo siento) para aparentar más de lo que nos creemos. Tenemos que creernos lo que todos nosotros somos, Fisioterapeutas y punto (hasta que un buen día lleguen las especialidades que nos complementen un apellido con fundamento y coherencia). Con los pies en la tierra y la cabeza encima de los hombros que, a algunos, las emociones les han llevado a experiencias muy religiosas. Experiencias sin ningún tipo de filtro en la evidencia que puede confundir a la población y a los futuros fisioterapeutas. Una población, los pacientes, los estudiantes novatos con ganas de aprender por su desconocimiento que tienen derecho en creer en el criterio de un profesional cualificado y con experiencia asistencial presente delante de sus caras. Me sabe muy mal cuando un traumatólogo le dice a un paciente ¡que no te toque nadie! y encima pensar que lleva toda la razón. Por desgracia, vete tú a saber en qué manos cae ese paciente.
Pero antes de evolucionar, como bien dice Vicente Lloret, hay que asentar unas bases que no hay. No se puede evolucionar sin saber un camino claro. Nunca de forma intuitiva, por mero postureo y ambición, sino reflexionando lo que esa evolución nos pueda deparar como colectivo en un futuro. Está claro, el problema lo tenemos dentro de la profesión, cada uno parece que mira para lados disparatadamente diferentes. Nosotros mismos debemos saber qué es la Fisioterapia, de dónde venimos, a dónde vamos. ¿Sería lógico para nuestra profesión continuar un camino basado en costumbres a nivel sociosanitario y cultural? o ¿sería mejor apostar por los estándares internacionales descritos por la IFOMPT?, utilizar un lenguaje común y estandarizado. Lo que está claro es que se deben marcar unas líneas rojas y, para ello, los colegios profesionales serían las instituciones adecuadas para llamar la atención al volador de cachirulos invertidos y decirle lo siguiente…
Lo que haces NO ES FISIOTERAPIA»
El problema el de siempre, durante muchos años los voladores de cachirulos han pensado que lo que hacen es Fisioterapia y bajo la ley «cabe todo» se han amparado. Además, si tenemos en cuenta que lo que se ha venido enseñando en las universidades tenía poco de fisioterapia y lo que se ha visto (y se ve) fuera tiene todavía menos…apaga y vámonos. Prometo que voy a dejar de hablar por aquí de estos temas porque esto me está empezando a dar un poco de miedo y no quiero que nadie me coja odio como a algún compañero que yo me sé. Mi intención es pensar que después del odio siempre cabe la reflexión.
Jesús Rubio
Fisioterapeuta
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