El tema de esta entrada surgió tras una conversación con mi compañero Paco Monteagudo (@PakoMonteagudo) quien se ofreció para colaborar en el blog. La intención de esta entrada es hacer un análisis constructivo en relación a los conflictos interprofesionales que muchos de nosotros habremos podido experimentar frecuentemente en nuestra práctica clínica habitual. El objetivo principal es tomar conciencia de la importancia que tiene o debería tener el establecer una buena relación entre fisioterapeutas u otros profesionales y la comunicación entre ellos para, así, poder ayudar a los pacientes que tenemos delante (o por lo menos, no perjudicarles).
Uno de los problemas que más atentan contra nuestra joven profesión (sí, los problemas están entre los propios fisioterapeutas, no nos engañemos) es cuando delante de un paciente se realizan diferentes críticas “poco inteligentes” en relación a intervenciones previas que hayan podido experimentar por parte de otros compañeros de profesión. La crítica es fácil. Para criticar hay que conocer y en ningún momento deberíamos entrar en el juego psicológico que algunos pacientes proponen de “tú eres el que me va a ayudar” o “tu si que has dado con el problema”. Cuidado con esto porque, del mismo modo, no es positivo para el colectivo que un paciente llegue a nosotros criticando a otros compañeros con expresiones típicas como “ese no me hacía nada”, “no estuvo ni 20 minutos conmigo”, “aquél me dijo que tenía una vértebra descolocada”, “el otro me hizo muchísimo daño y luego estaba peor”, etc. Deberíamos tener un especial cuidado con pacientes que detallan una historia de múltiples fracasos en sus tratamientos previos (“Me han visto un montón de fisios y ninguno ha acertado conmigo”). Autores han etiquetado este proceso como “el encanto del psicópata” (Hare, 1999; Babiak, 2007). Ante esta circunstancia deberíamos mantener siempre la alerta y no dejarnos llevar por lúcidas y razonadas historias donde se explican detalladamente los errores (no olvidemos la subjetividad de este tipo de impresiones) de otros compañeros que son tirados por tierra a nivel profesional. ¿Y si nosotros somos el siguiente fisio en fallar con él?, esto puede resultar más fácil de lo que muchas veces podamos pensar (sí, por qué no, podemos tener a un psicópata en consulta en cualquier momento). Nosotros a lo nuestro con humildad y honestidad, no deberíamos caer en ese tipo de dinámica iniciada por el paciente. Curiosamente suele llegar el momento durante la primera consulta…”vaya, tú sí que me parece que sabes del tema”, “tú eres diferente a los demás”, ¡cuidado con esto!, no caigamos en compartir esta impresión condicionados por nuestro propio ego y convencernos de que realmente somos diferentes a los demás. No es lo mismo ser diferente que marcar la diferencia.
Si caemos en el juego condicionado por este tipo de pacientes y encima reforzamos los pensamientos negativos de éstos hacia otros compañeros de profesión, es cuando vamos a hacer un flaco favor a nuestro gremio y estaremos cometiendo un atentado. ¡BOOOOOMMM! Todavía más incertidumbre hacia nuestro colectivo. Es aquí el momento de defender nuestra profesión y más si cabe a nuestro colega, momento de educar a los pacientes y de inculcar un respeto a nuestra profesión. Como dice @luistorija en su entrada en el blog de #FSR, es momento de PEDAGOGIA y la formación en esta materia es fundamental. Este tipo de educación y “condicionamiento terapéutico” hacia el paciente o también llamado por algunos autores “Function-altering Verbal Stimuli in therapy” ( Schlinger, 2011) puede provocar una mejora en la conducta del paciente, dentro y fuera del contexto terapéutico ya que nuestras intervenciones verbales son muy importantes en este tipo de ambientes problemáticos.
En el lado contrario, un estado de “simpatía terapéutica” generado por un paciente con estas características puede provocar el “descontrol terapéutico” de cualquier profesional llevándolo a la “ilusión cognitiva” propugnada por Kahnemann (2011). Nuestro sistema S1 nos podrá avasallar con pensamientos dominados por la impulsividad e incrementar nuestra probabilidad de error. ¡No critiquemos a un compañero sin conocer su criterio! En este punto, si consideramos honesto derivar pacientes contactando con otros compañeros de profesión, ¿por qué no contactamos para conocer su criterio previo con un paciente “rebotado”? esto rara vez pasa y quizás nuestro compañero no lo hizo tan mal como el paciente relata y no ha vuelto a saber nada de él, ¿no sería igual de honesto?
Seguramente su anamnesis es diferente a la nuestra, su formación es distinta a la nuestra (este es el verdadero problema en nuestra profesión, la falta de criterio común), la evolución de la enfermedad en este momento es diferente a cuando exploró el otro compañero. Son muchos los factores que entran en este apartado y el problema siempre radica cuando nuestro diagnostico difiere al del anterior fisioterapeuta que ha visitado.
¿Realmente eres honesto con las críticas?, ¿no tendría más lógica telefonear a tu compañero y ver qué encontró en su día para ver si hay una relación con lo que tú has explorado?. En realidad no lo podemos saber si no tenemos esa información. Lo más apropiado seria respetar el tiempo, esfuerzo y dedicación de otros compañeros.
Todo el tiempo que perdemos criticando a otros lo perdemos en ser mejores profesionales. Lo dicho anteriormente, nosotros a lo nuestro y sin prestar demasiada atención a ese tipo de críticas y comentarios. Todo lo contrario, deberíamos fomentar que dentro de nuestra profesión hay gente muy buena en diferentes especialidades (no solo musculo-esquelético) y que tenemos compañeros que son unos referentes en la profesión.
En fin, antes de criticar a tu compañero, piénsalo, medítalo y entonces responde con cordura ante dichas críticas.
Francisco Monteagudo Marín
Fisioterapeuta col. 1518
Cieza (Murcia)
BIBLIOGRAFÍA:
Kahneman, D. Pensar rápido, pensar despacio. Barcelona: Debate, 5ª ed. 2011.
Hare RD. Without conscience: The disturbing world of the psychopaths among us. Guilford Press, Nueva York. 1999
Babiak P, Hare RD. Snakes in suits: when psychopaths go to work. Harper, Nueva York, 2007.
Schlinger HD, Alessi G. Verbally conditioning client behaviors in the therapeutic setting, Clinica y salud 2011
24 marzo, 2015 at 9:56 am
buenísima entrada. tras leerla, mi cabeza me lleva a dos conclusiones:
1) hace poco dialogaba con un compañero nuestro sobre las «críticas». Mi comentario fue que para criticar, antes hay que conocer, ya sea el trabajo de uno o incluso una técnica fisioterápica; si no es así, se hace desde el desconocimiento, y eso induce a error. Su idea era otra, que para criticar no hacía falta conocer, que entonces no podríamos criticar casi nada. En fin…..craso error. Él sabrá. Y tu entrada muy bien explicada coincide con mi pensamiento. PARA CRITICAR HAY QUE CONOCER
2) extrapolando un poco (o mucho) tus palabras, me han hecho recordar una entrada que hice en mi olvidado blog ( los niños no me deja casi ni respirar 😜 ), en donde hacía una crítica no sólo hacia nosotros, sino hacia los sanitarios en general, hacia los que intervienen en cualquier proceso disfunción al de un paciente. El caos al que sometemos a los pacientes con nuestras palabras o críticas hacia compañeros o hacia distinta terminología no lo hemos pensado bien.
http://lorenzorodriguez-fisioterapia.blogspot.com.es/2013/05/hablamos-el-mismo-idioma-esta-entrada.html
Totalmente de acuerdo contigo.
Gran entrada.
Un saludo
Lorenzo Rodríguez
Me gustaLe gusta a 1 persona
24 marzo, 2015 at 1:20 pm
Gran entrada chicos. Lo que creo que puede estar ocurriendo alrededor de estas críticas prematuras es que actualmente existe una corriente de pensamiento o comportamiento dentro de nuestra profesión que rechaza frontalmente algunas formas de trabajo o alguna formación, no sin falta de razón en muchos casos. Pero aún así coincido con vosotros en que en ningún caso podemos llevar el tratamiento por ahí. Siempre tendremos un paciente que no resolvamos y que probará con otro compañero, y lo que menos deseamos es que un compañero tire por tierra nuestro trabajo (que lógicamente lo hemos hecho con nuestras mejores intenciones dentro de nuestras posibilidades). En definitiva, dediquémonos a buscar soluciones a los pueblerinas de nuestros pacientes dejando nuestro ego profesional a un lado.
Saludos.
Me gustaLe gusta a 1 persona
24 marzo, 2015 at 6:49 pm
Gracias por esta genial entrada Fran, no puedo estar más de acuerdo.
Crticar a un compañero, o permitir que un paciente lo haga en nuestra presencia en cierto modo nos perjudica, ya que en esta crítica va implicita su legitimimación por nuestra parte. Y podríamos decir, parafraseando a Donne, que «ningún fisioterapeuta es una isla»
POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS
Ningún hombre es en sí
Equiparable a una isla;
Todo hombre es un pedazo del continente,
Una parte de tierra firme;
Si el mar llevara lejos un terrón,
Europa perdería
Como si fuera un promontorio.
Como si se llevara una casa solariega
De tus amigos o la tuya propia.
La muerte de cualquier hombre me disminuye,
Porque soy una parte de la humanidad.
Por eso no preguntes nunca
Por quien doblan las campanas,
Están doblando por ti.
John Donne
Saludos
Me gustaLe gusta a 1 persona
3 diciembre, 2015 at 3:35 pm
Hola a todos y gracias por las aportaciones de este blog a la fisioterapia; personalmente ayer y hoy he tenido dos experiencias respecto a este tema de la crítica a los compañeros; ayer tuve un paciente que me comentaba que tiempo atrás acudió a otro fisio (de los denominados «gurús» de la zona): que le sacó el dinero y que si era un Dios según había oído; esto me hizo encender las alarmas y pensé: «quiere hacerme la pelota y dirá que soy genial y tal». O quiere gastarse menos dinero conmigo porque no soy un Dios. No sé francamente cómo interpretarlo.
Por otro lado hoy mismo he tenido otro paciente que ha venido en primera consulta en el Hospital: diagnosticado de pinzamiento fémoro-acetabular y tratado con cirugía artroscópica. Uno de los factores negativos es que le han dañado el nervio ciático cursando con hipoestesia en dorso del pie.
Según él fue a una fisioterapeuta que le hizo un estiramiento y al dìa siguiente estaba en silla de ruedas (!!!!!!): parece un «psicópata». Que ha ido a muchos sitios y nadie acierta (red flag!!!).
Respecto a este último paciente he concluido dos cosas: que yo tampoco podré curarle y que engrosaré su lista de «fracasos». Lo único positivo de esto es que no me siento nada responsable de ello. El paciente es el responsable último de su salud, evidentemente en casos como el que hablamos, donde la terapia está basada en aspectos que él puede controlar
Gracias por la reflexión Jesús, me ha venido «al pelo».
Me gustaLe gusta a 1 persona